Federico Cantú
regresa a Francia para completar el siclo y marcar una década de estadía en
Paris , esta tinita donde recrea todo ese grupo de modelos y desnudos
Que utilizaba
Cantú son el reflejo de sus vivencias
una fotografía que nos narra la biografía de este gran artista , esta
secuencia que tintas donde sus musas se desnudan en pasajes etéreos entre nubes
y campos son verdaderos laberintos íntimos.
El arte erótico no es nada menos que la
historia del deseo humano en todas sus manifestaciones. La extasiada pasión por
el fruto prohibido, se siente libre en la expresión sexual dibujada a lo largo
de centenares de obras concebidas por Federico Cantú.
¿Qué es el
deseo de hacer arte, sino el deseo de expresar el anhelo de una pasión
alcanzada en la vida, esa sexualidad humana, tierna, lúdica y apasionada,
brutalmente desgarradora y transgresora?
Esto en
verdad apasiona porque cuanto mayor es la vinculación entre el creador y el
observador, el momento estará más cercano a un ménage a trois en el que el espectador, con su mirada, se convierte en una parte del triángulo amoroso.
Decía
Federico Cantú sobre su llegada a París en 1930: "a mi regreso a
Montparnasse, me
encontré con que mi atelier había sido alquilado y la obra vendida al mejor
postor. Ahí debo de haber perdido miles de obras incluyendo dibujos, escultura,
bocetos y óleos".
No imagina
Federico, en ese momento, que una vez reinstalado en Paris con la idea de
completar el ciclo de diez años iniciado en 1924, su obra volvería pronto a
quedar en el limbo porque, como lo narra Antonin Artaud en su visita a México
en 1936, Francia se encuentra en la incertidumbre de una nueva guerra.